Había una vez, un conejito que tenía las orejas muy, muy grandes, y todos los conejos se reían y se burlaban de él. El pobre conejito estaba muy, muy triste, así que se fue al bosque para que no le vieran llorar. Allí, decidió que nunca más volvería con aquellos conejos y se fue andando a través de su querido país. Al final llegó a un lago donde se encontró a un patito.
- ¡Hola!- dijo el patito.
- Holaaa.
- ¡Vaya! Nunca antes había visto un conejo con las orejas taan y tan grandes! ¡Ja ja ja!
Y el conejito empezó a llorar otra vez.