Había una vez un cangrejo que, durante la furia de una tormenta, había ido a parar a tierra y no sabía cómo volver al mar. Caminó por un bosque y se encontró con un conejo que le dijo:
-¿Estás perdido?
-Sí -contestó el cangrejo.
-Creo que por aquí cerca hay una casa de madera donde te podrían indicar el camino de vuelta. ¡Súbete a mi helicóptero y volaremos hacia allá en un santiamén!
Volaron hasta la casa de madera y llamaron a la puerta. Salió a abrir una princesa vestida de rojo, que les dio la bienvenida.
-¿Nos podría indicar el camino al mar?- preguntó el cangrejo.
-¡Claro, queridos!- respondió dulcemente la princesa.- ¡Pasad!
Pero en cuanto entraron, la princesa agarró al conejo del cuello, lo lanzó al horno y engulló al asustado cangrejo de un solo mordisco.
Moraleja: jamás te fíes de las apariencias.
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