Había una vez en un bosque oscuro, frondoso y muy espeso una bruja maldita que perseguía el siguiente plan para deshacerse de la maldición: coger a todas las ratas y conejos del bosque con el fin de hacer una poción explosiva suficiente para acabar con todo.
A la mañana siguiente la bruja ya había recogido a más de la mitad de los animales necesarios, entre conejos y ratas. Pero las pocas que quedaban fueron a rescatar a sus amigos.
La casa de la bruja, situada en lo más alto de la montaña, fue reconocida por el horrible olor que emanaba y todas las ratas fueron a por la bruja, mientras los conejos salvaban a sus amigos. En aquel momento llegaron además los lobos a la ayuda de los roedores.
Ni todo el poder de la hechicera fue suficiente poder para parar a cientos de animales con un objetivo concreto: deshacerse de la bruja.
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