
Entonces planearon sabotear el castillo, todos reunidos en el camino empezaron a decir:
— ¡Golosinas, golosinas, piruletas, pastelitos, le le le!!
Y al llegar a la gigantesca puerta del castillo vieron a dos enormes perros a los que tuvieron que chantajear para poder entrar. Al abrir esa portezuela se quedaron con los ojos en blanco al contemplar la gran cantidad de todo tipo de caramelos. Comieron hasta reventar, tanto que no se podían ni mover, entonces apareció El buey Gastón y les dijo que se lo tenían bien merecido ya que habían abusado de su hospitalidad y habían entrado sin avisar.
Ayudado por sur sirvientes, los trasladó hasta las mazmorras donde pasarían el resto de sus días.
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