PROPUESTA DE CUENTO (ESTILO RODARI)

En esta ocasión, después de explicarles un cuento, hacemos una lista de algunos cuentos infantiles que recuerdan, de los que extraemos palabras significativas: bruja, cangrejo, flauta, ratón, golosinas, jaula... Les propongo a continuación que escojan cuatro palabras e inventen un cuento como trabajo de expresión escrita.

lunes, 29 de marzo de 2010

EL CONEJITO DE PLAYA de MAR S.

Había una vez, un conejito que tenía las orejas muy, muy grandes, y todos los conejos se reían y se burlaban de él. El pobre conejito estaba muy, muy triste, así que se fue al bosque para que no le vieran llorar. Allí, decidió que nunca más volvería con aquellos conejos y se fue andando a través de su querido país. Al final llegó a un lago donde se encontró a un patito.
- ¡Hola!- dijo el patito.
- Holaaa.
- ¡Vaya! Nunca antes había visto un conejo con las orejas taan y tan grandes! ¡Ja ja ja!
Y el conejito empezó a llorar otra vez.
-Hasta los patitos se burlan de mí -pensó triste el conejito-. Nunca más voy a volver a este lago.
Y otra vez comenzó a andar atravesando los prados, ciudades, y ríos, pero todo el mundo se reía de él y de sus orejas, hasta los pájaros de colores que surcaban el lindo cielo con sus grandes alas. Caminó y caminó hasta que llegó a la playa, donde se sentó a una roca con la mirada perdida en el profundo océano que se abría delante de él.
Mientras estaba pensando qué era lo más sensato que podía hacer, una voz lo sorprendió:
- ¡Hola! Parece que necesitas ayuda ¿no?
-¡Vaya! ¡Que susto me has dado! Eres... ¿Un cangrejo?
- ¿Y qué te esperabas? ¡Estamos en la playa!- respondió el cangrejo.
- Ya pero... es que nunca había visto un cangrejo, lo sabía porque se explican muchos cuentos por ahí.
- Bueno ya... ¿Pero necesitas ayuda o no? Porque estoy ocupado ¿Sabes?
- Sí... mira, es que tengo las orejas muy grandes y la gente se burla de mi... -respondió el conejito muy, muy triste.
- Pues bien, yo soy un mago y te puedo ayudar.
-¡Qué bien! Es precisamente lo que necesito.
-Bueno, pero me tienes que dar algo a cambio... ¿Qué me dices, eh?
- …¡De acuerdo!
- Ven a mi casa y te explico qué tenemos que hacer.

Y fueron a casa del cangrejo. Era una casa sencilla y marinera, ya que contaba con un surtido de algas para comer, una gran red de pescador que servía de hamaca y muchas cosas más.
- Bueno, primero quiero que vayas al bosque para que me cojas unos ingredientes ¿vale? Y, como no vuelvas temprano, ¡¡te voy a comer!!
- De acuerdo- dijo el conejito atemorizado.- ¡Ah! Y... ¿Cuál es el precio que tengo que pagar por mis orejas?
- ¡Ah! ¡Eso! Je, je -rió maliciosamente el cangrejo. – Quiero tu alma. Y ahora, ¡ve, deprisa!

El conejito se fue corriendo hacia el bosque a coger la flor Ancritalisis, una flor que tenía el centro rojo y los pétalos azul intenso.
-¡Qué miedo me da el cangrejo ahora! Antes parecía más amable...-pensó el conejito-. No sé que es el “alma” pero sí quiero que me reduzca mis orejas...
Cuando ya llevaba un rato buscando aquella extraña flor, vio una cestita en medio de un bonito claro del bosque. Como era muy curioso, pensó que no le pasaría nada si habría la cestita, así que la abrió. ¡Y la sorpresa que se llevó al abrirla! Era una bonita conejita blanca que estaba durmiendo, y lo más raro de todo, tenía unas grandes orejas, igual que el conejto.
-¡No puede ser! ¡No soy el único conejo con las orejas grandes!!
Pero el conejito no se dio cuenta de que lo había dicho muy fuerte y despertó a la conejita durmiente.
-¡Ay! ¡Me has despertado! Yo que estaba tan tranquila durmiendo en mi cestita...- exclamó indignada la conejita. Cuando vio que el conejito que la había despertado la estaba mirando con asombro se puso como un tomate y dijo:
- ¿Qué pasa? Ya sé que aún no estoy peinada, pero…
-Es que tienes las orejas grandes.
-¿Y tú no?
-Sí... pero yo me pensaba que era el único...
-¡Ah! Ya entiendo... Mira los conejos de la montaña tienen las orejas pequeñas, y los de la playa grandes... Y nos criticamos mutuamente. Seguramente tu madre se casó con un conejo de la playa, cosa muy, muy rara, y te tuvieron a ti.
- Sí... Puede ser, porque yo nunca he conocido a mi padre y mi madre se murió cuando era pequeño...
-¿Y qué haces por aquí?
-Pues... Es que todo el mundo se burlaba de mí y decidí marcharme a un lugar muuy, muy lejano y he llegado aquí. En la playa encontré a un cangrejo mago que me ofreció reducirme las orejas, si a cambio le daba mi alma, pero como no sé que son las almas... Le dije que sí y en ese punto te he encontrado.
-¡Esto es horrible! Ven, ven, te voy a enseñar mi casa y le voy a preguntar a mis papás si te puedes quedar a vivir con nosotros. Esperemos que el cangrejo se arrepienta de haberte ofrecido esto.

Después de un tiempo el conejito y la conejita se casaron y vivieron muy felices y nunca más se burlaron del conejito.

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